Prólogo
Ana Di Pangracio
Directora Adjunta y Coordinadora de Biodiversidad en FARN (Fundación Ambiente y Recursos Naturales)
Los sistemas naturales que hacen posible la vida en la Tierra, incluyendo la existencia humana, se encuentran en peligro. Nuestra implacable demanda de bienes naturales acelera las tasas de extinción de especies y devasta ecosistemas enteros. Esto pone en riesgo la mayoría de las contribuciones que la naturaleza hace a las personas; algunas de ellas, irremplazables.
La crisis de la COVID-19, el sufrimiento humano que significa, es una triste y clara muestra de cómo ignorar la crisis de pérdida de biodiversidad puede tener consecuencias sociales y económicas severas, incluso irreparables. Cuanto más se alteran los ecosistemas, más peligro corremos.
La salida a esta crisis humano-sanitaria no puede exacerbar la crisis ambiental reinante; tampoco la desigualdad o la injusticia. Es tiempo de escuchar a la ciencia, que desde hace años advierte sobre la gravedad de la situación y sus implicancias.
Muchas veces desde el mundo audiovisual se ha abordado las graves consecuencias de pandemias, siempre en contextos que suponían otros tiempos y realidades. Historias en las que, más allá de las especificidades, la base se repetía: el sufrimiento humano, la incertidumbre, la desesperanza de las sociedades. Relatos que consumimos como espectadores, desde la más completa ajenidad, hoy conforman un presente nuevo, tan real como inverosímil, que nos entrama en tanto especie: la humanidad está pendiente de las consecuencias, inmediatas y futuras, de la crisis provocada por la COVID-19, en un escenario mundial impensado -impensable- hasta hace apenas meses.
Buenas, auténticas y conmovedoras historias pueden conectarnos con nuestro Planeta Vivo y unos/as a los/as otros/as, convencer a quienes aún no están convencidos/as, exponer la inacción y exigir responsabilidad a quienes toman decisiones en diversos sectores de la sociedad y a todos los niveles, y dar visibilizar a las voces históricamente invisibilizadas que son las más afectadas por los impactos de esta crisis ecológica y climática; en colaboración con la ciencia, organizaciones de la sociedad civil, pueblos indígenas y comunidades locales, mujeres y jóvenes.
Es tiempo de aceptar, de una vez por todas, que no somos un ente separado de la naturaleza. Esta necesita ser una oportunidad para superar las visiones limitadas de que una buena calidad de vida solo se alcanza mediante el crecimiento económico, el consumo y la acumulación sin límites. Es necesario reconstruir nuestras sociedades desde la esperanza, la solidaridad y el trabajo colectivo a todos los niveles.
Si hay una salida posible, instaurar un mundo que viva en armonía con la naturaleza es nuestra puerta. Bienvenido si el género documental contribuye a activar y apuntalar este cambio de rumbo.
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